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Desafortunada consulta

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La Consulta Popular es un ejercicio democrático válido, precioso e importantísimo. El presidente López Obrador acierta cuando dice que este recurso, por primera vez utilizado en México, echa a andar la democracia participativa de los ciudadanos.

Sin embargo, no es un secreto que esta primera edición ha tenido un desafortunado resultado: solo ha participado el 7% del padrón electoral (aprox.).

Esto no ha sido una sorpresa para nadie ya que siendo conscientes de que en las jornadas electorales “regulares” la participación solo ronda el 50% de los electores, qué se podía esperar de una jornada como esta que desde hace meses se ha adornado con abundancia de politiquerías: “juicio a expresidentes”, disputas entre buenos y malos, desacreditaciones y sentencias, preguntas capciosas o prácticamente ininteligibles… entre tanto juego y desinformación ¿la gente se lo iba a tomar en serio?

Es imposible no tomarlo a juego cuando, desde la campaña presidencial de 2018 y hasta la fecha, el actual presidente juega con el sentimiento y la indignación de los mexicanos respecto a la corrupción y las faltas de las administraciones anteriores. No hay semana que no se aluda a este tema para señalar los errores del pasado (sin que se voltee a ver los del presente).

Como se ve, este importantísimo recurso democrático ha sido sacrificado por un juego entre “conservadores” y “salvadores”, entre “buenos y malos”.

Esto último es lo más desafortunado de todo. Lo digo resumidamente por dos motivos:

El primero sería que, si bien los mexicanos exigimos justicia y claridad respecto a los años anteriores, la Consulta deja ver que el llamado “pueblo bueno”, con su silencio, ha decidido dejar las cosas como están.

¿Eso es lo justo? Por su puesto que no, y que no se procederá así (sería quitarle una parte importante al discurso del actual gobierno y faltar a la verdad).

El segundo es que este valiosísimo recurso democrático se presentó y se vendió mal… por eso tuvo como resultado el inminente fracaso.

Sin embargo, este supuesto fracaso va mucho más allá de la poca participación o el gasto mal invertido de la consulta: con este fracaso ni pierden los expresidentes ni pierde la 4T.

Con este fracaso pierde la democracia de México porque pierde el INE.

¡Esto es gravísimo!

Con este mal resultado y con los peligrosísimos señalamientos del presidente, el INE pierde credibilidad (situación que concuerda muy bien con los constantes ataques a este Instituto previos a las elecciones del pasado 6 de junio).

Desacreditar al INE, ponerlo en la mira de lo mediático y situarlo del lado de los corruptos (como señaló el presidente) no hace más que poner al INE en peligro de extinción. Sí, poner en peligro de desaparición al único Instituto autónomo que salvaguarda la democracia de este país.

Tal parece que el INE, ejecutando la iniciativa venida del gobierno, se auto-enveneno. Asumiendo su papel se “auto-goleó”.

Sin ahondar más y con todo lo ya dicho no me queda más que lamentarme por lo visto el pasado 1 de agosto, pero también preguntarme: ¿quién ganó y quien perdió en esta consulta popular? ¿qué puertas se abren para la democracia y cuáles se cierran? ¿qué sabor de boca deja este fracaso frente a las próximas jornadas democráticas: futuras consultas, la “revocación de mandato”, las elecciones estatales y presidenciales? ¿qué papel tendrá el INE (si existe todavía) en esos comicios?

Son muchos los puntos que esta desafortunada consulta deja en el aire. Los ciudadanos necesitamos estar atentos y despiertos.

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