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De políticos e ‘influencers’
Siempre se ha sabido que entre más influyente se es más poder se tiene. Por ejemplo, muchas veces basta con tener buenas relaciones (“compadres” y “padrinos”) para llegar a ocupar un cargo público. Es decir, entre más cercano y “amigo” se sea al gobernante en turno es más probable que se llegue a ocupar un “hueso” importante.
Esta situación no nos ha de sorprender porque pasa en casi todos los ámbitos de la sociedad, siendo el político el más evidente. De hecho, en este rubro, pasaba antes y pasa ahora, aunque el discurso actual sea el del supuesto “no al nepotismo” y “no a la corrupción”… Que no nos engañen, hoy pasa pero de una manera casi evolucionada en la que ya no basta el binomio “cercano y amigo” del gobernante, sino que hoy además es necesario, como característica imperdonable, ser “obediente y fiel”… contra viento y marea.
Ahora bien, el centro de este escrito no son los que buscan “el hueso”, sino quien lo da. Más en concreto: qué y cómo hace el sujeto que llega al poder y a la facultad de repartirlo.
Soy consciente de que la respuesta más fácil y tradicional sería la elección democrática. Es decir: el ciudadano se postula, convence y es votado (en el más puro de los casos). Sin embargo, aunque nunca desestimaré la democracia, tampoco es el punto en donde me quiero centrar. Más bien busco hacerlo en la variante más novedosa que tenemos para llegar al poder: el influyentísimo mediático, es decir, aquel que ejercen los ‘influencers’ de las masas y de los medios.
Esto resulta de la máxima importancia porque es evidente que hoy la información fluye e influye gracias a internet pues con él es capaz de llegar a casi cualquier lugar de la tierra y con la viralidad en sus redes sociales puede llegar a convertir a casi cualquier persona en un poderoso influencer.
Ese es el punto que quiero enunciar: el poder que dan los medios. En otras palabras, el poder que da la información que fluye e influye en los ciudadanos y consumidores.
Comenzar hablando de las influencias y los compadrazgos en la política para terminar hablando del poder de los medios no es una tontería en nuestro país pues ambas realidades se viven y se tocan todos los días por la mañana.
No es pérdida de tiempo abordar los dos temas juntos por la sencilla razón de que el gobierno actual ha buscado que el poder político y el aparente dominio de la información recaigan en la misma persona.
Es decir, no es un secreto que tenemos un gobernante que utilizando y generando los medios y la propia información (siempre a su favor) se ha convertido en alguien que es presidente e influencer [y juez mediático] a la vez ya que de él y solo de él fluye la información “oficial” que influye en los medios día a día.
A mi modo de ver, lo más problemático de todo esto sería -y lo vemos- cuando el mismo presidente y su gobierno pretenden no solo influenciar a los medios y a los ciudadanos, sino que pretenden -con sus “otros datos”- dominar lo que se publicita e influye y convertirse a sí mismos en el único criterio de verdad, ignorando o descalificando a todo aquel que se rehúse a ser “obediente y fiel”.
Después de toda esta lluvia de ideas y preocupaciones solo me queda decir que a los ciudadanos de pie nos urge cultivarnos en la crítica y en la ética. Para lo primero hace falta observar, informarse y analizar. Para lo segundo hace falta defender siempre la verdad… y la honestidad.
Seguro que eso nos vacuna frente al engaño o sometimiento de cualquier tipo de influyentismo mediático viral, nos previene de la corrupción del compadrazgo y el dedazo y hasta nos ayudaría a saber discriminar las voces que escuchamos.