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Los Lobos

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México, 2019
Dirección: Samuel Kishi

Max y Leo son dos hermanitos que junto a Lucía, su mamá, llegan a un país extraño en el que no conocen a nadie, no hablan el idioma y no saben porqué están ahí. Su única certeza es que quieren ir a Disney.

Esa es la idea de Los Lobos, cinta de Samuel Kishi que arrancó su exhibición comercial en cines de todo México.

Obligados a mudarse a otro lugar, en parte por la inercia de la vida, en parte por la búsqueda de un futuro mejor, estos hermanos nos muestran cómo es que desde el universo infantil, asuntos como la migración, la precaria situación en que viven mexicanos, colombianos, guatemaltecos, chinos, etc. al llegar a trabajar a Estados Unidos, considerado por muchos el país de las oportunidades, se perciben muy diferentes a como en realidad son.

El mundo de este par de niños se reduce a un pequeño departamento con poquísimos, por no decir, escasos muebles. Ahí permanecen todo el día, mientras su mamá cumple dos jornadas laborales y vuelve, obviamente cansadísima.

Para evitar que los niños se dejen convencer por la curiosidad y salgan de su espacio (es decir el departamento), pues no viven en el mejor sitio de California, su mamá establece con ellos varias reglas que deben seguir para mantenerse seguros y unidos.

Ese ejercicio se registra en una vieja grabadora de cassette, instrumento que seguramente los espectadores más jóvenes verán como una desconocida reliquia, previa a la era digital.

Las órdenes que Lucía graba para mantener seguros a sus hijos son, además de dulces, una forma muy emotiva de mostrar al espectador la relación que este par de hermanos llevan.

El papel que juega este aparato en la vida de los niños va más allá de ser un objeto práctico, en ella escuchan mensajes que les dejó grabados su abuelo, es decir la grabadora tiene cierto poder sobre ellos, es como si fuera el mismísimo abuelo hablándoles.

A pesar de que su mamá los obliga a permanecer encerrados, los niños usan su imaginación en pos de la diversión y crean un par de personajes, dos lobos ninjas. Gracias a una de las paredes del departamento y a sus dotes para dibujar, los pequeños nos permiten ver a esos personajes que se convierten en una animación, regalándonos momentos memorables y tiernos.

¿Qué tiene de especial esta historia? Serán esos momentos de animación, será la ternura que proyectan ese par de niños (hermanitos en la vida real) o será la inocencia con la que dos criaturas, como tantas hoy en día a nivel mundial que se convierten en el “daño colateral” de la migración actual, enfrentan miedos, hambre, soledad y angustia acompañados de un mundo de fantasía y de un cómplice que además de ser hermano y compañero de juegos, resulta ser apoyo, ese que ayuda a caminar en el proceso de crecer.

Es LOS LOBOS una bella canción de amor a la familia, a los hermanos, pero sobre todo al amor materno. ¡No se la pierdan!

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