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Solidaridad frente a la crisis

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Para nadie es un secreto que la crisis sanitaria por el COVID19 y la crisis
económica que la ha acompañado han afectado muchísimo a todos los estratos
de la sociedad.


Solo en México se habla de alrededor de 170 000 víctimas mortales y en
Estados Unidos más de 450 000. Todas con nombre y apellido. Cada una
dejando familias lastimadas o deshechas. Solo en los dos Laredos ya
contamos a más de 1300 fallecidos.


A los terribles datos anteriores se han de sumar los complejos números al alza
de pobreza en México que se traducen en hambre, desnutrición, mayor
informalidad, desempleo, y por qué no, en inseguridad.


Todo en suma pone de manifiesto que hay algunas cosas que como sociedad
no hemos hecho del todo bien. Solo si hablamos de desigualdad y hambre
tenemos suficiente para agachar la cabeza: algunos niños pueden seguir las
clases, otros no; algunas familias pueden seguir una dieta medianamente
saludable, otras no; algunos enfermos pueden atenderse, otros no; algunas
familias tienen la posibilidad de pagar servicios funerarios, otras no.
Sin duda, esto ya era antes de la pandemia. Pero también, sin duda, hoy estas
afecciones son más latentes.


RESPONSABILIDAD
La pandemia ha sido un golpe inesperado para todos. Llegó “por sorpresa” y,
desde hace casi un año, no nos ha dejado de sorprender.
Aunque hemos visto la falta de coordinación entre las autoridades y la poca luz
que en ocasiones brindan. Los ciudadanos algo tenemos que decir y hacer
frente a la adversidad de la pandemia.
No hacer nada, es decir, permanecer indiferente frente a los que peor lo pasan
sería la salida más fácil pero también la más inhumana. Así, vivir como si no
pasara nada en medio de una situación tan crítica sería el acto de mayor
irresponsabilidad en este momento.
Recordemos que no respetar las medidas de seguridad como el uso del
cubrebocas o el participar de reuniones y fiestas no solo es tontería, sino que
es una falta a la humanidad y una burla a los que se desviven por salvar vidas
y frenar esta tragedia.


SOLIDARIDAD
El qué hacer del ciudadano en este momento no es otro que la solidaridad. No
me refiero a una falsa sensación de tristeza frente a los males de las personas,
sino a “la determinación firme y perseverante de empeñarse por el bien
común; es decir, por el bien de todos y cada uno, para que todos seamos
verdaderamente responsables de todos”.

Esto no es comunismo, sino buscar que todos los ciudadanos vivamos
dignamente.


Soy consciente de que esto parece un ideal inalcanzable, sin embargo, hago
un llamado al esfuerzo por poner lo que esté a nuestro alcance por ayudar a
quien más lo necesita. Recordemos que ni el hambre, ni el frío, ni la necesidad
se ponen en cuarentena. Tampoco olvidemos que aún en la complejidad de
estos tiempos han dejado de funcionar instituciones que brindan apoyo a quien
lo necesita. Es cuestión de buscar y echar a andar la creatividad. Cientos de
buenas iniciativas también han sido fruto de esta crisis.


Hoy hay muchas formas de vivir la solidaridad, no tengamos miedo de salir de
nosotros mismos. La solidaridad es la salida porque la nos hace romper
barreras y miedos. Nos hace más humanos. Les aseguro, en esto, Dios está de
mi lado.

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